lunes, 13 de abril de 2009


EL PARTIDO DE LA CLASE
Por Nicasio

La doctrina marxista emergió como es sabido, como la elaboración crítica de las tres principales tendencias ideológicas del siglo XIX: la filosofía alemana, la economía política clásica inglesa y el socialismo francés, y supuso un antes y un después en estas tendencias. Naturalmente esto no fue casualidad, obedecía a las condiciones materiales y sociales que había generado un régimen capitalista de producción en que se mostraban abiertamente ya las agudas contradicciones de clase entre la burguesía y el proletariado.
Tampoco surgió construida como totalidad de la cabeza de nadie, sino que se depuró y se sigue depurando en la práctica política e ideológica de millones de seres humanos en la esfera de los fenómenos sociales y el avance científico. El gran mérito histórico de Marx y Engels, como lo señaló Lenin, consistió en demostrar científicamente la misión histórica mundial del proletariado como fuerza revolucionaria capaz de destruir el régimen capitalista y crear una nueva sociedad, la sociedad comunista. En esa dirección señalaron al proletariado y a las masas trabajadoras el camino de la emancipación, demostraron la necesidad del partido marxista como fuerza dirigente del movimiento obrero, y definieron los principios de su estrategia y de su táctica.
En función de estos fundamentos Lenin, constructor importante del primer Estado Socialista: el Estado Socialista Soviético, contribuye en términos esenciales a desarrollar la doctrina marxista en las nuevas condiciones históricas del imperialismo y las revoluciones proletarias y sienta las bases de una teoría integral del partido marxista de nuevo tipo, de su papel dirigente y de sus principios orgánicos, políticos e ideológicos, así como de su estrategia, táctica y política. Lenin señala en todo momento que sin la dirección de un partido marxista de nuevo tipo, pertrechado de la teoría revolucionaria de vanguardia, la clase obrera no podía cumplir su misión histórica de constructora de una nueva sociedad.
Señalaba además como elementos fundamentales la disciplina, la cohesión monolítica y la pureza ideológica, la ligazón indisoluble con las masas, la aplicación consecuente de las normas de vida del partido, la dirección colectiva como cuestión clave para la realización de todo lo demás.
El cuidado que hay que tener con esto es que la invocación del todo o parte de estos principios puedan ser letra muerta, como ha ocurrido ya muchas veces en la larga lucha de los pueblos por su liberación. ¿Qué otra cosa sino palabrería hueca y seudo revolucionaria era la de los dirigentes del PCUS que condujeron al glorioso partido de Lenin a la bancarrota y al derrumbe en las condiciones de lo que fue el campo socialista? Indudablemente allí la dirección colectiva funcionaba de alguna manera, pero no es menos claro que esta dirección colectiva funcionaba en términos de sí misma y desprendida de la realidad objetiva, sin capacidad de interpretar el sentir de las masas. Y esto por una cuestión muy sencilla: el trabajo sea cual sea pierde su poder formador y transformador sino está ligado a la vida económica productiva. El trabajo político es un trabajo esencialmente alienado.
Es claro que si se le pregunta a cualquier funcionario del aparato político contestará que trabaja e incluso más de lo que trabajaría dentro del sistema productivo, el problema es que esto no puede convertirse en una actividad a perpetuidad sin graves riesgos como muestra una y otra vez la práctica política. Así tenemos decenas de estos funcionarios incompetentes que deambulan de un puesto a otro sin que aporten nada porque su función no es ya hacer avanzar el proceso revolucionario sino sustentar a quienes se han distribuido las cuotas de poder del aparato burocrático en que han convertido al principal instrumento político de la clase.

El Partido Comunista de Chile es parte y heredero legítimo de todas las conquistas progresistas y tradiciones democráticas y revolucionarias del pueblo del Chile. Sin embargo no está ni ha estado inmune a personalismos y desviaciones de derecha e izquierda.

Conservar una herencia no significa sentarse en ella como en un trono, sino, significa avanzar y determinar independientemente las vías y los medios de las luchas revolucionarias. El Partido únicamente puede ser fuerte y estar unido a condición de que se base en sus principios en forma consecuente. Así, si se invoca el principio del Centralismo significa basar su Dirección Central por un centro, que es su Congreso y, entre Congreso y Congreso, por el Comité Central ; la subordinación rigurosa de la minoría a la mayoría y de las organizaciones inferiores a las superiores. ” No someterse a la dirección de los organismos centrales escribió Lenin- equivale a una negativa a seguir en el Partido, equivale a deshacer el Partido…”

Es por eso que Lenin hablaba una y otra vez de la necesidad de llevar a cabo en el Partido una” labor de autocrítica, poniendo despiadadamente al descubierto sus propias deficiencias…” Si no hay confianza en los organismos de dirección de parte de las bases, no es posible ninguna subordinación rigurosa ni sometimiento a los organismos centrales. Si nos atenemos a estos elementos de principios no nos equivocamos en lo absoluto si señalamos que en los últimos Congresos del Partido, no ha sido otra cosa que una falsificación absoluta de la voluntad del Partido. Se han montado verdaderas maquinarias que han copado sus distintas instancias por los funcionarios de las que han surgido los despojos de la voluntad colectiva, cuestión que ha sido disfrazada por la mantención de un discurso seudo revolucionario, vacío de contenidos reales y de una práctica consecuente.
¿Cuál ha sido su práctica en la realidad?. Primero la liquidación sistemática de las bases orgánicas del Partido y su jibarización, la liquidación de toda la estructura militar y el apartamiento de los cuadros militares de la actividad permanente de la organización.

Qué lejos está la esterilidad política de esta Dirección de Marx que proclamaba la ” crítica despiadada de todo lo existente”, y en especial la ” críticas de las armas”, apelando a las masas y al proletariado. Y para no dejar margen a la tontera oportunista no estamos aquí proclamando el levantamiento armado ni nada que se le parezca. Estamos hablando temas concretos, como por ejemplo, entre otros, de la complacencia enorme con una Concertación que como coalición política es coautora junto a la dictadura del empobrecimiento generalizado de la población, de la lesión enorme de la entrega de la principal riqueza del país que esta siendo depredada a un ritmo sin parangón en nuestra historia; una Concertación, que es lo fundamental, matices más, matices menos, funcional a la política de agresión del complejo militar-financiero-industrial del imperialismo estadounidense. No estamos hablando de no alianzas, estamos hablando de definir con claridad los sesgos para no ejercer presiones indebidas en el filo revolucionario de la clase destinada a poner fin a la dictadura de la burguesía. Estamos hablando de una táctica que no se acomode al vencedor. Estamos diciendo que en esta situación, como en muchas otras, la derrota de la acción revolucionaria es, desde el punto de vista del materialismo dialéctico, un mal menor en la marcha general y en el resultado de la lucha de la clase, que el que resulta del abandono de posiciones ya conquistadas. La capitulación sin lucha es absolutamente desmoralizante : Marx que apreciaba en todo su valor el empleo de los medios legales de lucha en las épocas de estancamiento político y de dominio de la legalidad burguesa condenó sin ambages en 1877 y 1878 las ” frases revolucionarias”, pero combatió con la misma energía, sino más fuertemente, el oportunismo que por entonces se había adueñado temporalmente del partido socialdemócrata oficial, que no había sabido dar inmediatas pruebas de firmeza, tenacidad, espíritu revolucionario y disposición a pasar a la lucha ilegal en respuestas a las leyes de excepción contra los socialistas.
El partido de los obreros del salitre, de los constructores de la Unidad Popular, de los principales bastiones contra la dictadura genocida de Pinochet, el partido de la clase, no puede ni debe retroceder a una política diseñada desde la impotencia política que es lo que ha caracterizado a la actual Dirección. Desde el desastre psicológico y moral que significó la humillante derrota del presidente del PC en un bastión de lucha obrera como lo fue Lota y sobre la cual, no se escuchó por lo demás ni la más mínima autocrítica, ni siquiera por el ingente despilfarro de recursos, ni tampoco la igualmente vergonzosa comedia de equivocaciones encabezada por el actual Secretario General Lautaro Carmona, y que puso fin a la coalición del Junto Podemos Más, de la cual tampoco se escuchó autocrítica alguna, y antes San Fernando, ni la aparición y permanencia en los quioscos de un Siglo en huelga, ni las demandas ignoradas de trabajadores comunistas del Instituto Alejandro Lipschutz ante la Inspección del Trabajo, etc.; etc.
La situación a que esta Dirección somete al Partido son dramáticos en el desarrollo de la lucha de clases.
Así mientras en el diario El Siglo se da cuenta de la política de alianzas con la Concertación fijada por el último Pleno del Partido un par de páginas más allá se denuncia que sigue el saqueo de nuestras riquezas posibilitado irrestrictamente por esa misma Concertación o las redes de corrupción en CODELCO, bastión de prebendas económicas del Partido Demócrata Cristiano, componente central de este mismo conglomerado político del cual somos ahora socios para enfrentar a la Derecha extra-concertación, porque la derecha concertacionista va a seguir, sin dudas ahí mismo.
Más aún el informe al VII Pleno de Mayo de 2008, es decidor en dos sentidos: primero en él no hay ni una sola línea, no vamos a exagerar pidiendo con Lenin la”crítica descarnada” de lo obrado hasta el momento por esta Dirección y no solo eso, sino lo que es aún más sintomático no hay una sola crítica a la Concertación. Quizá lo más relevante es el enunciado de que”actuando de conjunto con la Concertación, es posible y necesario infligir una aplastante derrota electoral a la Alianza, abriendo con ello un escenario cualitativamente distinto para las contiendas parlamentarias y presidencial del 2009”. Y esto es muy serio no se apela a las masas, ni a los trabajadores para la construcción de un nuevo escenario, sino a un conglomerado político que viene cuesta abajo en la rodada.
Nosotros no tenemos dudas de que el” proceso de construcción de una correlación de fuerzas más favorables a los cambios democráticos de fondo-los cambios que deben concluir en la construcción de una nueva política estatal- debe nutrirse también de los que vienen de vuelta, de los miles de desencantados de la política de las fuerzas que integran el actual bloque en el poder”, el tema es que para esto hay modos y modos y no es precisamente el mejor diseñado. Este es solo el camino de la claudicación y la pérdida de los elementos básicos de un partido de vanguardia.
Estos acuerdos de omisiones a que ha llegado la actual Dirección no dan cuenta de que la principal omisión para concretarlo ha sido dejar fuera la vos del Partido que afortunadamente no coincide con el sesgo que se ha dado a la actual política de alianzas. Nótese que no hablamos de no tener una política de alianzas dirigida a la Concertación, sino de los sesgos, equivocados que ésta adquiere ya sea por improvisación o por incapacidad política por tener un partido mermado en sus reales capacidades, o sencillamente porque los agentes del imperialismo desarrollan su trabajo en un partido ya sin los elementos claves de la vigilancia revolucionaria. Por lo demás para seguir el paso táctico planteado por Juan Lagos (El Siglo. Página editorial 16 mayo 2008) destinado a dar dirección más clara a un proceso de acumulación de fuerzas, de unidad y de lucha, de alianzas y compromisos democratizadores y ”no soltarlo por nada del mundo” se requiere más que buena voluntad, se requiere que el Partido tenga unidad de acción y confianza absoluta en quienes ejercen la Dirección. Sino todo esto será una vez más letra muerta y dos tercios de los militantes comunistas seguirán viviendo marginados de la vida partidaria y haciendo una oposición soterrada y enormemente dañina al Partido y por ende al conjunto de la clase.

CRISIS Y ECONOMÍA

La economía política ha sido transformada, como lo señalaba Engels (1) en un fraude lícito, toda una ciencia sobre el modo de enriquecerse, y/o, en un mundo globalizado, de conducir al conjunto de la humanidad a la bancarrota.

La preeminencia del capital financiero, sostenida por las grandes masas de trabajo acumulado ha rebasado sus propios límites. La economía real se ha visto avasallada situando el accionar financiero en el mundo de la irrealidad y de la virtualidad. Lejanos están los tiempos en que la avaricia de los mercaderes se sostenía en la creencia de que la riqueza era la posesión de oro y plata.

Las crisis que suceden interminablemente una y otra vez siguen mostrando que en la economía capitalista, lo mismo que en el robo, no hay más ley que el derecho del más fuerte. La piedra angular de todo nuestro sistema económico mercantil sigue siendo la teoría de la balanza comercial, y nuestros versados economistas refaccionados en la universidades del imperio se aferran aunque no lo sepan al principio de que el oro y la alta son las riquezas de un país y solo se consideran favorables aquellos acuerdos y tratados comerciales que traen al país dinero constante. Dan por supuesto que el comparar importaciones con exportaciones, si hay más exportaciones que importaciones la diferencia afluirá al país como dinero efectivo y se considerarán a sí mismos brillantes gestores de la economía.
Los economistas se ven obligados por la realidad y sus contradicciones a traicionar sus propias premisas y a renegar de lo que ayer adoraban, adoptan un carácter de benefactores haciéndose aparecer en sus andadas como benefactores del consumidor, como filántropos de los minusvalidos y del bien común y proclaman al comercio como un lazo de amistad y concordia entre las naciones y los individuos.
”La Nueva Economía el sistema de la libertad de comercio basado en la”Wealt of Nations” (Riqueza de las naciones) de Adam Smith, revela los mismos rasgos de hipocresía, inconsecuencia e inmoralidad que se enfrentan en todos los campos el libre sentido humano” (2). Y esto lo decía Engels hace más de cien años atrás en esta también nueva economía neoliberal que como vemos no es nada más que una reedición de la que contemplaba Engels. Qué otra cosa sino esto es lo que va dejando al descubierto el desarrollo de la actual crisis global.
La danza de millones defraudados por los ayer insignes próceres de la economía de mercado, la libertad de comercio y la sagrada propiedad privada, no se detiene.
Los actuales defensores de la libertad de comercio, al igual que los de los tiempos de Engels, son monopolistas camuflados y peores que aquellos, sin duda porque conocen sobradamente el desarrollo completo del sistema y sus consecuencias para la humanidad y si tuviésemos la capacidad de poner las cosas en su lugar debiésemos enjuiciarlos por crímenes contra la humanidad. Bajo su falaz humanitarismo los economistas neoliberales esconden una barbarie de la que los antiguos no tenían idea.
Así las cosas nuevamente nos encontramos en la encrucijada capitalista de la recesión económica y donde preguntas como ¿si lo peor ya pasó o está por venir?, ¿habrá escasez de alimentos o tendremos un ajuste de precios más alto, o ambas cosas?, ¿qué pasa con el producto potencial del país? Las respuestas a estas y otras interrogantes tendrán una respuesta cuyo reales producto del impacto inflacionario que además genera un crédito de consumo más caro y menos abundante.
Los trabajadores chilenos en este escenario deben preparase para la ofensiva empresarial – gobierno que enmascarada en una ”pro productividad y empleo” entregada por el gremio empresarial Cámara de Comercio de Santiago, apuntan en lo fundamental a lo que ellos llaman: modernización de mercado laboral, que implica en lo principal la reducción del sistema de indemnizaciones a solo tres años, fortalecimiento del seguro de desempleo, vía exacciones a los propios trabajadores a través del ahorro voluntario. Además forzarán introducir nuevos mecanismos de flexibilización explícitos en el marco legal para ser aplicados en los contratos laborales que les permitan, por ejemplo, el desarrollo de jornadas parciales y la introducción en ellos de jóvenes y mujeres.

La ofensiva contempla también la reorientación de los organismos sindicales de los trabajadores y convertirlos en instrumentos destinados únicamente a proponer y aportar a la gestión empresarial y a sus utilidades que chorrearán como un maná hacia ellos. Esta ofensiva también contempla retomar el proceso de privatización de empresas públicas donde el objetivo mayor es terminar de privatizar lo que queda del cobre chileno.

Hay una urgencia nacional para que los trabajadores chilenos deban asumir sin tardanza la recuperación del interés común en la economía y terminar con la libre concurrencia. La sola lucha por las mejoras económicas es un camino ciego, como lo es la libre competencia capitalista que ha conducido y seguirá conduciendo a estas cíclicas crisis económicas. Los trabajadores deben abordar el tema de la ” riqueza nacional” expresión que carece de todo sentido, mientras exista un dominio de la propiedad privada libreto ya se conoce en un país con alta concentración de la riqueza donde de las 581 sociedades anónimas que informan a la Superintendencia de Valores y Seguros, solo 40 concentran el 75% de las utilidades.
En Chile los costos de la recesión los pagarán los trabajadores. Chile, la blindada economía, mantenida y profundizada por los economistas neoliberales de los gobiernos de la Concertación muestra ya las primeras señales del desastre: existe una marcada desaceleración de Producto Interno Bruto y un retroceso en el consumo en sintonía con el menor crecimiento del empleo y por las caídas de los salarios sobre los medios de producción. Deben preponderarse los instrumentos de planificación de la economía nacional donde las utilidades no sean producto de azar, de la moda, de los caprichos insensatos de los dueños del capital y un costo de producción que oscila con arreglo a la relación fortuita de la oferta y la demanda.

La economía capitalista es generadora esencial de las crisis económicas y hoy por hoy conduce aceleradamente al fin de la civilización humana. La libre competencia que el tópico cardinal del discurso la resultante real es siempre el monopolio que abre las puertas en par al fraude institucionalizado. ” La competencia determina todas las facetas de nuestras vidas y ha llevado a término la servidumbre de unos hombres con respecto a otros” ( 3). Es imperativo construir otro modelo económico en que las relaciones que se prioricen sean las mutuamente ventajosas y que se regule la circulación del capital financiero, que penalice con altas tasas impositivas las inversiones especulativas, que priorice lo social contra la dictadura de los capitalistas. Es imperativo una planificación de la economía construida democráticamente con mecanismos para que los trabajadores decidan las prioridades económicas de las que ellos serán gestores y depositarios de sus beneficios.


Notas:
1.- Engels Federico : Escritos Económicos Varios.
Esbozo de crítica de la economía política Editorial
Grijalbo. Mexico. p.3
2.- Idem. P.4
3.- Engels. Opus cit.p.23

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