martes, 25 de agosto de 2009
















23 de agosto,
mi homenajeJulio Oliva García
saludo entregado por Julio Oliva
Hace 25 años un puñado de hombres y mujeres participaron de una operación del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, eran combatientes que recuperaban armas para enfrentar a la dictadura, para entregar una herramienta de rebelión al pueblo, para oponerse a los crímenes y al miedo.Según las versiones oficiales, ese día "Un comando terrorista integrado por 12 individuos del denominado "Frente Manuel Rodríguez", brazo armado del Partido Comunista, protagonizó un doble asalto en nuestra capital, en las armerías "Casa Italiana" en Arturo Prat 164 y Real en la misma calle Nº 181. Dos terroristas muertos y un terrorista herido grave, dos funcionarios de seguridad heridos, uno de ellos de gravedad es el saldo de esta acción". Aunque de los represores heridos nunca hubo mucha información, en un recuento realizado por grupos fascistas se incluyen estos datos: “23 de Agosto de 1984. Frente al Parque O'Higgins, durante persecución de extremistas, es herido el teniente de Ejército Luis Gómez Muller. El mismo día es herido en un enfrentamiento con terroristas el cabo segundo Carlos Enrique Palma López”.Si bien hubo un parte operativo del Frente, muchas cosas se quedaron en la nebulosa de la clandestinidad y la compartimentación, en estos años varios compañeros y compañeras se me han acercado para abrazarme y contarme que están vivos gracias a la acción decidida de Roberto, Ricardo y de mi padre, pero ninguno me ha entregado más detalles de ese día, qué pasó con la seguridad, cómo fue el escape, por qué salieron de Ochagavía para ingresar al pasaje Romeo y hay un libro, que circula entre mi cabeza, mi corazón y mis dedos, esperando esos detalles para ser parido a la imprenta. Un desafío personal y, espero, colectivo, de recuperación de la memoria, de rescate de la lucha, de incitación a la rebeldía, de amor a la revolución.Desde que este día fue instituido por mis hermanos del Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez como el Día del Combatiente Rodriguista hemos participado de muchos actos y homenajes, una sola vez en el pasaje Romeo, cuando se cumplieron 20 años de los hechos y nos acompañaron también los familiares de Nelson Herrera Riveros, Raúl Barrientos Matamala, Juan José Boncompte, Rogelio Tapia de la Fuente, Luciano Aedo Arias, Mario Lagos Rodríguez y Mario Mujica Barros, todos militantes del MIR asesinados en Concepción, Valdivia y Los Angeles, en horas cercanas a los hechos que recordamos hoy.El viernes pude compartir otra vez con ellos, en un emotivo homenaje realizado en la Academia de Humanismo Cristiano (y les veo por estos lados devolviendo el cariño a este hermano mayor, que les nació hace cinco años, unidos por el amor de nuestros generosos padres).Quiero detenerme un poco en esta fecha compartida, con gran significado en lo personal y, creo, también en lo colectivo.Tengo la suerte de pertenecer a una generación que buscó la unidad de los revolucionarios por encima de luchas fratricidas anteriores y, desde muy temprano en el Instituto Nacional, pude compartir con compañeros del MIR en el Partido Institutano de Oposición (el PIO) que se enfrentaba al inicio de la municipalización y tuvo, como gran hazaña, en 1982 cuando salíamos de Cuarto Medio, la oportunidad de terminar para siempre con las graduaciones institutanas en la Escuela Militar, acostumbradas en esos años. Osados e irresponsables, en medio del salón de honor de dicha institución, los militantes del PIO entonamos “Los pollitos dicen…” (claro, es que dicen PIO, PIO, PIO” y nosotros entendíamos, además terminaba con “pollitos, unidos, jamás serán vencidos”) todo eso junto al consabido “y va a caer, y va caer…” ante la atónita mirada del rector designado y los uniformados que resguardaban la ceremonia.Al año siguiente, integrado al Pedagógico y ante la demora en contactarme de la Jota, mi primer impulso fue apoyar a quienes veía con mayor trabajo, los jóvenes integrados a la Unión Nacional de Estudiantes Democráticos (UNED), entre ellos un líder natural cargado de especial energía y luminosidad, con sus jeans desteñidos y los demasiado evidentes zapatos de gamuza y suela crepé, Eduardo Vergara Toledo brillaba con su sonrisa a flor de labios. Con él tuve la grata experiencia de compartir mis letras (un poema dedicado a Carmen Gloria Larenas fue publicado en “El Rapidito”, un boletín que se pegaba en los muros y que debía su nombre al tiempo que alcanzaba a estar a la vista), y compartir también otros espacios, las calles y las barricadas. Aun lo veo con su rebeldía, marchando junto a sus padres, detrás de algunas capuchas y en cada corazón rojinegro que voy conociendo.Esta relación mía con nuestros hermanos en la revolución sigue creciendo, sea por estos días a través del MPT con aquellos que tienen su origen militante en este espacio, con algunos compañeros con quienes compartí alguna “travesura” a fines de los ’80, con estos hermosos hermanos menores que conocí en el 2004 o en mi relación profesional y laboral, donde he encontrado personas inmensas y plenas que han contribuido con su experiencia, con libros y cariño a hacerme sentir que todo es posible en la vida.Volviendo a lo que nos convoca, aunque no le pedí permiso, quiero entregarles un pedacito de las reflexiones que hizo mi hijo, en Facebook, por este día: “A 25 años ya de tu muerte, no me queda más que decir que me hubiera gustado mucho que estuvieras aquí para contarme esas historias que cuentan mi papá y mis tíos, tus vivencias en esa época tan dura, que me enseñaras todo lo que sabías y también por supuesto a luchar y a resistir contra todo un mundo que pareciera está en tu contra. Pero más allá de eso, no me da tristeza alguna, por que sé que no estás aquí, con nosotros, por que tomaste una decisión, una decisión que no todos hubieran tomado, que fue morir por tus ideales, por tus compañeros, por tu señora, tus hijos, por la gente que amabas, la que aún te sigue amando, y por tu pueblo, ese pueblo oprimido que veía morir gente todos los días, por eso más que pena, lo que me da son ganas de seguir luchando, para seguir tu legado, para conseguir que alguna vez este mundo, como dice Víctor Jara, tenga su derecho a vivir en paz. "Es mejor morir de pie, que vivir arrodillado".Por Salvador Allende, el compañero presidente que dio la vida por su pueblo, por el comandante Ernesto Guevara que murió haciendo la revolución, por mi abuelo Julio que luchó por la libertad de su gente y por un mundo mejor, por mi tata Gabriel que tuvo toda una vida de luchas sociales, resistió a Ibáñez del Campo, a González Videla y a Pinochet, y por supuesto que por mi padre, que sigue luchando para que en este mundo de una vez por todas se acabe la pobreza y las injusticias, por ellos soy lo que soy”.Acudo a sus palabras, con orgullo, respeto y cariño, para entrar a otro punto que me interesa resaltar hoy: el del compromiso. El de mi viejo, el de mi abuelo, el que asume hoy mi hijo, que es el mismo que surgió en mí desde pequeño al moverme en medio de esta gran familia que era el Partido Comunista, al vivir metido en la sede del Comité Local Federico Engels, en Ureta Cox, en la población MADECO, donde me hice de nuevos tíos y primos mientras bullían los trabajos voluntarios, las salidas a propaganda, el trabajo social, sindical y político en los días de la Unidad Popular. El mismo compromiso que confirmé en mis primeros años de enseñanza media, al integrarme a las Juventudes Comunistas, asumiendo concientemente que nunca más podría cerrar los ojos ante la miseria y la injusticia, ni dejar de poner mis fuerzas al servicio del pueblo y los trabajadores.Compromiso renovado, en medio de la derrota, la traición y las divisiones, al finalizar la dictadura. Y nuevamente asumido desde lo profesional, en mi trabajo en El Siglo, y en lo social construyendo la Comisión FUNA, esa justicia popular que tanta falta hacía y hace hoy ante la impunidad disfrazada de condenas irrisorias.Compromiso que no se termina, al contrario aumenta, al decidir con mis compañeros la constitución del sindicato de trabajadores de El Siglo (del cual varios integrantes se encuentran presentes hoy) y aceptar el honor de presidirlo, poniendo delante la dignidad y sobrepasando la prepotencia de aquellos que creen que tener el timbre, el local y el dinero, les hace dueños del legado indeleble de un Partido. La historia se encarga (y ya lo está haciendo) de separar aguas entre los revolucionarios y los oportunistas, y por suerte me siento entre los primeros junto a aquellos que por estos días han renunciado al padrón oficial del PC, se han llenado de autocrítica y de amor, y se han dado a la construcción de una herramienta real para los trabajadores y el pueblo, una herramienta que nos ayude a unir fuerzas con todos los verdaderos revolucionarios (varias de cuyas expresiones también veo aquí) para seguir abriendo caminos de profunda transformación en nuestra patria.Hoy, cuando se cumplen 25 años de la caída en combate de estos hermosos guerrilleros y mi vida toma rumbos nuevos, vengo a reafirmar este compromiso con todos, este compromiso con mis hijos, con mi compañera, con mi abuelo -que se nos quedó para siempre mirando al mar este enero-, con mis amigos del MIR, con mis hermanos del Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez, con mis compañeros del Consejo Nacional de Comités Comunistas, con los comunistas de verdad que comienzan a unirse para volver a ponerse al servicio de la causa revolucionaria, con el sentido de clase de Luis Emilio Recabarren y las enseñanzas de la Política de Rebelión Popular de Masas.Los antiguos dueños de América, aquellos hijos del maíz y la papa, acostumbraban a enterrar los ombligos de sus hijos en el sitio del nacimiento, señalando así que desde ahí venimos y ahí volveremos, que somos hijos de la madre tierra y que a ella nos debemos, como nos debemos a todos sus hijos. También relataban que Dios hizo nacer al hombre y la mujer, que los hizo vivir y morir juntos y nacer nuevamente, porque la muerte es mentira.Y es cierto, nada ni nadie se muere –a pesar de los disparos por la espalda-, todos estamos en permanente renacer, como la tierra, como las aguas, como los pueblos, especialmente cuando nos disponemos a la entrega, a la lucha, a regalar nuestro amor a destajo, a dejar nuestros ombligos germinando vida y futuro.Recuerdo que un querido hermano me contó hace algunos que su hijo lo interrogó de la siguiente manera: “Viejo, y si la cosa era hasta vencer o morir ¿por qué estás vivo?. La respuesta está aquí, Camilo, y es que la lucha no se ha terminado, que no nos han derrotado definitivamente, que nos queda mucha vida y sangre por entregar para avanzar a la victoria y queremos ser nosotros los vencedores, no dejarles el trabajo a ustedes o a sus hijos o a los hijos de sus hijos.Y con nosotros caminan los primeros, los antiguos, los de siempre, los Lautaro, los Túpac Amaru, los negros libres de Palmares, los guaraníes, los Bolívar, los Martí, los Sandino, los Farabundo, los Ernesto, los Roque Dalton, los Salvador, los Miguel, los Víctor, los José Miguel, los Schafik, los Marulanda…Como el poeta turco Nazim Hikmet, optamos por cantar con la frente en alto -en medio de la mierda- para que nuestros enemigos no nos quitasen la dignidad, y hemos triunfado, varias veces nos han derrotado, pero la victoria final es nuestra, está la historia de nuestra parte, el amor, la entrega…están nuestros héroes empuñando sus armas prestos a traspasar el bastón…somos el futuro, somos la revolución, somos socialistas, miristas, cristianos, somos comunistas, somos los rodriguistas, seguimos siendo el rayo interminable, el fuego que castiga, que pondrá a la patria de pié……vamos doblegando la noche sin gloria y enterrando a los que dividen…
por eso, por todos, por Roberto y mi viejo…seguimos gritando a pleno pecho:¡Quien en la lucha suma y sigue!...

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